Tempranito como siempre iniciamos el camino. La bruma era densa y baja. Las nubes cubrían un cielo oscuro pues todavía no había amanecido.
Pronto nos adentramos en el bosque. Mucha humedad y frescor nos acompañaban en este comienzo y prácticamente el resto del camino.
Los árboles, eucaliptos y castaños principalmente, no dejaban ver el cielo, solo podías ver ramas a través de la espesa bruma. Parecía oírse llover, pero se trataba del agua que caía de las hojas y mojaba el suelo.
El caminar se hacía agradable, por la belleza y la buena temperatura que nos acompañó todo el camino. Tanto es así que anduvimos 15 kilómetros de tirón hasta que paramos a almorzar.
Melide, famoso por sus pulperías ,era el lugar elegido. La pulpería Ezequiel nos recibió con un buen pulpo, como no, y un no menos bueno albariño que nos dio las fuerzas necesarias para finalizar la etapa.
El final , como siempre, se hizo más pesado. El esfuerzo va haciendo mella en las piernas y las plantas de los pies no dan para más. Habíamos decidido de antemano acortar la etapa y en lugar de Arzua, llegar a Castañeda 4 kilómetros antes, que a estas alturas es un mundo.
La pensión-casa rural Milia nos acogió estupendamente y nos deleitó con una exquisita y casera cena, que fue el preámbulo del retiro a los aposentos esperando un nuevo día.
Ahora ya había comenzado a llover y es que los dioses se aliaron con los caminantes y decidieron respetar el camino
Contra desinformación, más educación
Hace 3 horas
2 comentarios:
Así me gusta que nos deleites con un precioso, pero conciso relato de la etapa(me quedó un poco cursi)...Mañana más!!!!! Un beso
que envidia me da cada día que leo tu blog! sigue disfrutando del camino!
Besines
Publicar un comentario